de las manos que se ahuecan con la ausencia de caricias.
Solo ellas resucitan los deseos que los días alejan
en las horas que desnudan una a una las promesas.
Las almas que se rozan con el sentimiento
comprenden que lo cierto no radica en la espera.
Solo quien ama antes que llegue la aurora sabe que la entrega es otra:
Un conjuro de derrotas que en la vigilia se desarman
para volver a soñar con aquello que deseamos alcanzar.
Las manos se ahuecan de caricias sin brindar
teniendo memoria de quien fue el artífice que las talló.
Abre mis manos y te verás.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
Solo ellas resucitan los deseos que los días alejan
en las horas que desnudan una a una las promesas.
Las almas que se rozan con el sentimiento
comprenden que lo cierto no radica en la espera.
Solo quien ama antes que llegue la aurora sabe que la entrega es otra:
Un conjuro de derrotas que en la vigilia se desarman
para volver a soñar con aquello que deseamos alcanzar.
Las manos se ahuecan de caricias sin brindar
teniendo memoria de quien fue el artífice que las talló.
Abre mis manos y te verás.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
Publicar un comentario