Porque al creer en mí:
– puedo avanzar sin temor a equivocarme y, mucho menos aún, a tener éxito;
– puedo tener un vínculo pleno y sincero los otros, permitir que se acerquen con naturalidad, crear lazos de hermandad únicos y que me proporcionarán, incluso, más confianza y seguridad;
– puedo transitar por la vida sin muletas, sin tolerar cualquier cosa para que me acepten o me quieran, lo que significa que tengo más opciones y mayor libertad para elegir lo que considero más beneficioso;
– puedo pedir ayudar y reconocer cuando me equivoco, porque eso no hace decrecer ninguna de mis cualidades interiores; por el contrario, ¡me hace más humana!;
– puedo transmitir que sí se puede mejorar y cambiar realidades. Es que no siempre tuve esta seguridad interior; de hecho, una autoestima baja y llena de agujeritos me hizo dar pasos en falso o sufrir en otros momentos.
Afortunadamente, los años no pasan en vano, y con el correr del tiempo entendí que la confianza en uno es lo que más firmeza interior nos puede dar.
Y esto lo digo con la más profunda humildad, ya que creer en mí no significa que piense que soy más ni menos que algún otro ser: simplemente, tengo (al igual que cada uno de ustedes, lo hayan descubierto o no) el potencial necesario para valerme por mí misma y para sortear obstáculos.
Si unimos a esto la creencia en algo superior (Dios o como quieras llamarlo), se potenciará todavía más.
La base de tu personalidad y de tu felicidad es que creas en ti.
¿Lo intentarás?
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