El niño no es algo molesto y majadero, es material de crecimiento. Es mas bien la verdadera alegría de la vida.
El joven no es un huésped, ni un extraño, ni un descabellado. Es una nueva promesa, un nuevo amanecer.Un nuevo hallazgo.
El hombre maduro no es un peso, una encrucijada, un timorato. Es un acierto y un conocedor, un golpe de vista con sabiduría y una decisión con buen enfoque y atinada realidad.
El viejo no es un lastre, un inútil, un insignificante. Es el camino que fue luz, la huella que marcó dirección, el fruto que alcanzó plenitud,y la cosecha que dejó su abundancia. Y quizás el “ojo profético” que viendo más lejos preparó el camino para que tu lo perpetuaras.
Desconozco a su autor
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